El viaje del Papa Francisco a África Oriental suscita interés en varios sentidos: por un lado, los medios de comunicación han destacado el “peligro” de que el Santo Padre realice un viaje catalogado de “alto riesgo” a un continente también percibido como “de alto riesgo” frente a la cuestión del terrorismo (sobre todo focalizada en Kenia); por otro lado, el desafío del avance del mundo Islámico y el rol que tendrán los católicos en el futuro mapa de las religiones mundiales (si bien los católicos africanos representan “solo” un 15% de los 1.500 millones de católicos del mundo, para 2050 se especula que representarán entre el 25% y el 30%).
Pero además Francisco I se tendrá que topar con otros retos que experimenta la región y especialmente los tres países que visita (Kenia, Uganda y la República Centroafricana), entre ellos la persecución y la implementación de legislaciones duras contra las minorías sexuales que han sido fuertemente apoyadas por las iglesias cristianas locales e inclusive los líderes políticos que las promovieron, de manifiesto cuño católico.
Treinta y seis países africanos tienen leyes en contra de la homosexualidad, incluidos los tres que el Papa Francisco recorrerá.
El caso de Uganda es el más paradigmático. Yoweri Museveni ocupa el poder del estado desde 1986. Allí, la población musulmana es escasa (12%) y el cristianismo tiene una fuerte influencia en la legislación del país, a tal punto que la Iglesia Católica local presionó al gobierno para que aprobara la legislación en contra de la población homosexual. Entre 2009 y 2011 se intentó imponer la pena de muerte en algunos casos de homosexualidad y penar (en diferentes formas) las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo. Algunas iglesias cristianas jugaron un rol central en estos procesos, que alcanzaron su mayor algidez con el asesinato del líder activistas GLBT David Kato, retratado en el documental Call me Kuchu (http://callmekuchu.co.uk/).
La República Centroafricana, de tradición católica, también ha sufrido interesantes procesos de transformación religiosa a partir del avance del Islam en determinados sectores (15% de la población) y el aumento de los evangélicos; allí el problema de la criminalización de las relaciones entre personas del mismo sexo impone multas de unos 1.000 a 3.000 dólares hasta dos años de prisión, y de 2 a 5 años de cárcel en casos agravados (por ejemplo, menores).
En Kenia, escenario de varios atentados terroristas en los últimos tiempos, la mayoría de la población es cristiana, aunque el Islam va en crecimiento constante (entre 15% y 20%). Su presidente, Uhuru Kenyatta, católico confeso está sospechado de crímenes de lesa humanidad y debió comparecer ante tribunales internacionales. Allí, el problema de la persecución a la comunidad homosexual también es grave y los lazos entre la Iglesia Católica y el poder político reafirman esas relaciones.
Sin embargo, también hay voces disidentes que emergen de complejos procesos de reinvención religiosa, como el caso de la Cosmopolitan Affirming Church, un grupo interreligioso que acepta y recibe a lxs homosexuales. Funciona (de manera clandestina) en Nairobi, Kenia, en una casa que solo conocen los asistentes al culto. Su líder es David Ochar, joven activista GLBT y pastor cristiano quien en un reportaje a medios europeos mencionaba: “a las misas acuden fieles de todas las confesiones -protestantes, evangelicos, católicos o musulmanes- que comparten la necesidad de expresarse libremente sin sentirse discriminados”.
Este es parte del panorama con el que se encuentra Francisco en su recorrido por el oriente africano. ¿Qué actitud tomará frente a estas tensiones?
Al respecto de la intervención de Francisco en las persecuciones a las personas homosexuales y las condiciones que deben padecer los disidentes sexuales, el referente keniata de Cáritas, Boniface Mwangi, decía: “preveo que él se concentre en temas sociales de la ‘gente común’, como la razón por la cual tenemos algunos bolsones de personas que tienen descomunales recursos y tanta gente más viviendo en barriadas”. Pareciera que a pesar de que un par de organizaciones de diversidad sexual pidieron que en su paso por esas tierras Bergoglio condenara el acoso y la criminalización de lxs homosexuales, o que al menos, como insinuaba el joven activista ugandés Jackson Mukasa, recuerde que no es “una maldición”, este tema no está en la agenda papal. Pobreza, guerras internas, terrorismo, corrupción… Esos sí son temas de la “gente común” que estarán presentes en el paso de Francisco por el continente africano.
Por: Dr. Fabián C. Flores