“Pero estoy firmemente convencido de que no hay remedio en la naturaleza para los desórdenes nerviosos de todo tipo comparable al uso adecuado y constante de la máquina eléctrica” (John Wesley)
Esta frase, quizás un poco enigmática, aparece en un libro también bastante peculiar: el Primitive Physic. Era un manual de medicina práctica que el fundador del Metodismo, el reverendo John Wesley, publicó por primera vez en 1747. Se trataba, básicamente, de un compendio de recetas y tratamientos médicos de circulación popular para distintas enfermedades y malestares que Wesley reunió para beneficio de los miembros menos instruidos de su congregación. Su éxito fue inmediato, a tal punto que se publicaron veintidós ediciones en vida del autor y otras catorce más hasta mediados del siglo XIX.
En el breve apartado dedicado a los “desórdenes nerviosos” —un término por el cual deberíamos entender algo similar a lo que hoy llamamos “depresión” y sobre lo que Wesley escribió un artículo en enero de 1786 para su Arminian Magazine— encontramos la frase citada más arriba.
Pero ¿qué era la “máquina eléctrica”?
Se trataba de un aparato que había construido el propio Wesley el cual permitía generar electricidad estática para ser utilizada con fines terapéuticos en el tratamiento distintos tipos de malestares (desde dolores, hasta llagas, pasando por los “desórdenes nerviosos”).
Como puede verse en la imagen, el aparato consiste de un cilindro de vidrio apoyado sobre dos soportes de madera. Éste es atravesado por una barra de metal adosada a una manija que permite rotar el cilindro. Luego hay una almohadilla de cuero, que tiene adherido un pedazo de seda negra, la cual presiona el cilindro y se controla utilizando un tornillo de mano. Por otro lado, en una plataforma adjunta hay una columna aislante de vidrio que sostiene un brazo de metal, del cual sale una vara delgada con una pequeña bola de metal en la punta. A su vez, toda la máquina reposa sobre cuatro patas aislantes de vidrio. Probablemente el paciente tomaba la bola de metal, luego el cilindro era rotado utilizando la manija y eso generaba una descarga de electricidad estática de una intensidad que variaba en función del vigor con que se estuviera accionando la máquina.
En el siglo XVIII, los conocimientos acerca de la electricidad aún eran muy rudimentarios. Debe tenerse en cuenta que el famoso experimento de Benjamin Franklin con el barrilete (si es que verdaderamente sucedió) tuvo lugar en 1752 y habría que esperar a la famosa “guerra de las corrientes” que enfrentó a Nikola Tesla (Westinghouse Electric) y Thomas Edison (General Electric) a fines del siglo XIX para que empezaran a establecerse redes de corriente alterna que permitieran llevar la electricidad a los hogares.
Sin embargo, toda la cuestión generaba una amplia curiosidad en el siglo XVIII. Wesley era uno de esos curiosos. A tal punto que construyó la máquina y en 1759 publicó un libro para compartir sus experiencias, The Desideratum: or, Electricity Made Plain and Useful. By a Lover of Mankind and of Common Sense [El Desiderátum: o la electricidad hecha fácil y útil, por un amante de la humanidad y del sentido común].
En este volumen, Wesley sintetizaba la información que tenía hasta el momento acerca de la electricidad y también explicaba su uso terapéutico. En este punto, el enfoque del teólogo era pragmático y experimental. Tal como se observa en el Primitive Physic, su interés radicaba más en la efectividad del remedio y menos en la explicación de por qué funcionaba.
No obstante, Wesley no evadía un problema teológicamente tan importante como el de la naturaleza de la electricidad. Él la llamaba “el alma del universo”, y en efecto creía bastante probable que se tratara del elixir de la vida infundido por Dios para el funcionamiento de la Creación. Al igual que otros autores contemporáneos, no dudaba en asociarlo a la materia subtilis de la que había hablado Descartes o el éter teorizado por Newton. Era el “fuego puro” que “es suficientemente sutil y activo no sólo para ser, bajo la Gran Causa, la causa secundaria del movimiento, sino para producir y sostener la vida a través de toda la Naturaleza, así como en los animales y los vegetales”.
Wesley no fue el primero —ni, ciertamente, el último— en utilizar la electroterapia con fines médicos. La relevancia de su caso no se debe a que haya sido un pionero o que haya pensado explicaciones novedosas. Sin embargo, su rol como líder espiritual y organizador del movimiento metodista hizo que fuera muy influyente en la sociedad británica del siglo XVIII. Es posible que la difusión de su popular Primitive Physic y la puesta a disposición de su máquina para sus feligreses haya extendido el alcance de estos extraños tratamientos. En cualquier caso, el mayor interés sin duda reside en lo que estas ideas sobre la electricidad y la salud física nos pueden decir sobre las concepciones teológicas y soteriológicas de John Wesley.
Por: Prof. Andrés Gattinoni
Para mayor información:
- Madden, Deborah, “A Cheap, Safe and Natural Medicine”. Religion, Medicine and Culture in John Wesley’s Primitive Physic, Amsterdam-Nueva York, Rodopi, 2007.
- Maddox, Randy L., “John Wesley on holistic health and healing”, Methodist History, Octubre, 2007.
- Malony, H. Newton, The Amazing John Wesley. An Unusual Look at an Uncommon Life, Colorado Sprints, Biblica Publishing, 2010.
- Malony, H. Newton: “John Wesley and the Eighteenth Century Therapeutic Uses of Electricity”, en Perspectives on Science and Christian Faith, Diciembre, 1995.